lunes, 31 de mayo de 2010

La huella que dejamos en el agua

Al igual que el carbono, cada proceso productivo deja una huella en el agua. Se trata del gasto que cada una de las etapas de la producción genera en el recurso y que puede mitigarse optando por la eficiencia. El concepto recién despega, pero su ideólogo, de visita en Chile, aboga porque se convierta en un desafío global. La Nación, 13 de mayo 2010.

A pesar que el 70% de la superficie del planeta está cubierto por agua, se estima que en el futuro el principal problema sobre la Tierra será precisamente la escasez de este elemento.

La razón es que sólo el 3% en la práctica es dulce y apta para el consumo, y para empeorar el escenario, está tan mal distribuida que de no tomar medidas para mitigar el efecto que el cambio climático producirá en las cuencas y en el régimen de agua, terminará desatando las ya vaticinadas guerras por su posesión.

Cada año caen entre 100 y 10 mil kilómetros cúbicos de precipitación a la superficie de la Tierra, lo que debería ser suficiente para los requerimientos de toda la población si el agua llegara donde y cuando la gente la necesita. Pero no es así. “Hay mucha agua, pero no siempre donde es necesario”, señaló John Anthony (Tony) Allan, geógrafo del King’s College London y la Escuela de Estudios Orientales y Africanos del Reino Unido, que invitado por la embajada británica en Chile, dictó una conferencia para profundizar sobre el “agua virtual”, un concepto que ideó en 1993, cuando estudiaba la posibilidad de su importación como solución a la escasez del elemento en Medio Oriente y África del Norte.

Allan, explicó entonces que cada persona no sólo gasta el agua que consume diariamente para vivir, si no que detrás de todo lo que utiliza para hacerlo -incluyendo alimentos, ropa y servicios-, se necesitó más agua, lo que puede calcularse para que las naciones la utilicen de forma más eficiente. Quedaba entonces la posibilidad de importar agua, aunque no en forma explícita, si no que importando desde países, que tienen más disponibilidad del recurso, los artículos que sería costoso (en términos hídricos) producir en el país. Es el llamado “mercado de agua virtual”.

Eficiencia

Casi diez años más tarde, Arjen Hoekstra, investigador de la Organización de Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (Unesco) tomó como base la idea de Allan para crear un nuevo concepto: la “huella hídrica” (water footprint), análoga a la “huella de carbono”, que además del gasto hídrico, incorpora las condiciones propias de cada país para obtener un indicador, como el clima, su grado de desarrollo, etc.

La media mundial en la actualidad es de 1.260 m³ anuales por habitante, sólo en alimentación gastamos entre 2,5m³ y 5m³ diarios por persona y en “190 de 210 países hay escasez”, señaló Allan.

El mayor gasto se va en la producción de alimentos, por lo que una de las claves es proteger y ayudar a los agricultores y ganaderos a lograr una producción sustentable. “Debemos incentivar al mercado de alimentos, manufacturas y supermercados a incrementar su conocimiento de la huella hídrica”, reducir el gasto en alimento y comer de manera sensata, dijo el investigador, pues comparando con la dieta estadounidense, que gasta 5,4 m³ por persona diaria, la vegetariana gasta menos de la mitad.

Poder civil

La “huella hídrica”, a diferencia de la del carbono -que hoy ya es tomada en cuenta por varios países de Europa-, está recién comenzando a ser difundida y según explica Tony Allan, es necesario que sea la social civil la que presione a los privados y al sector público.

En el caso del carbono la concientización fue algo más fácil, pues los efectos son globales. “El CO2 que tú emites acá puede ser resentido en otra parte del planeta, pero el agua tiene un impacto local, lo que sucede acá se queda a nivel de cuenca”, explica.

Si bien hay compañías internacionales que ya comenzaron a analizar su huella, el proceso requiere de recursos, capital humano y tiempo considerable, que no todas están dispuestas a invertir. Coca-Cola, por ejemplo, comenzó a hacerlo el año pasado, pero luego de un desastre ecológico que habría producido en India. La idea es no tener que esperar que pase algo malo para que la medida se extienda, pues además, medir la huella hídrica les ayuda a detectar dónde está el mayor gasto, para intentar reducirlo.

“Estamos en medio del proceso a nivel científico, discutiendo cómo comunicarlo a la gente, traduciéndolo de manera menos científica”, sostiene Allan. Por ello se han publicado tablas con el gasto hídrico de la mayoría de los productos de consumo diario (ver infografía). “En nuestras manos está la capacidad de influir en el uso del agua”, concluye.

CHILE EN BUEN PIE

Una de las características que Allan destaca de Chile es que está dentro de los países que, haciendo o no esfuerzos, tienen menor huella hídrica y que podría estar mucho mejor si se decide a hacer algo.

803 m³ por habitante al año es el promedio nacional, una de las más bajas de América Latina (Argentina, por ejemplo, llega a los 1.440 m³, Brasil y México también están entre los americanos sobre el promedio).

En nuestro país, según cifras de la Dirección General de Aguas (DGA), la mayor parte del consumo hídrico se va a la agricultura (78%), le sigue la industria (12%), la minería (4%) y con un 6% el consumo humano directo, a través del agua potable. Por ello, los expertos reunidos por la embajada británica en el seminario “La huella hídrica en la agricultura”, se enfocaron en las posibilidades de hacer más eficiente el consumo en el sector que, hasta el momento no ha sido lo suficientemente estudiado.

Según señaló Cristián Navarrete, coordinador de Estudios y Proyectos de la Comisión Nacional de Riego (CNR), no existen cifras que determinen cuánto gasta cada cultivo, pues el sistema de irrigación chileno es intuitivo, basado en observaciones o utilizando valores internacionales. Navarrete reconoce que es necesario investigarlo para poder entregar a los agricultores la información que permita crear conciencia del problema del agua. Pero el tema no pasa sólo por la tecnología necesaria para medir o para llevar a cabo técnicas de riego más eficientes, si no que también, por la cultura, como señaló el ingeniero Sebastián Videla, investigador de la compañía Amec.

CONSUMO MUNDIAL

Estados Unidos es el país con la huella hídrica más alta calculada (2.500 m³/p), doblando la media global.

España alcanza los 2.325 m³/p, Japón 1.150 m³/p (65% viene del exterior) y China 700 m³/p (5% del exterior). Según la Unesco, el consumo per cápita más bajo se concentra en Sudáfrica y Asia, mientras que el más alto está en el hemisferio norte y países de África central. Reducir el gasto en la comida, permitiría ahorrar cerca de un 30% de esa huella, lo mismo produciría cambiar la dieta por una más sensata y con menos carnes rojas.

Fuente: www.terram.cl

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